Hace
tres siglos, lejanas praderas del Oeste americano eran habitadas por diferentes
tribus de indios como los SHYS, los BADMILKS y los HOTEGGS
Los SHYS eran grandes
guerreros y dotados de una increíble inteligencia, equiparable a su prudencia.
Sus defectos eran muy notorios: muy tímidos y, monógamos acérrimos (se casaban
nada más al superar la pubertad), muy celosos, hasta tal punto que si se
enteraban de que su mujer les había engañado, al día siguiente de saberlo, ¡LA
MATABAN!
Los BADMILKS
se caracterizaban por las reivindicaciones permanentes sobre una parte del
territorio ocupado por los SHYS: habían organizado todos los domingos
manifestaciones reivindicativas cerca del campamento de éstos que degeneraban,
indefectiblemente, en batallas campales en las que casi nunca llegaba la sangre
al río.
Hasta tal
punto llegó el mosqueo de los SHYS que, un sábado al amanecer, se encaminaron
todos sus guerreros hacia el territorio de los BADMILKS a fin de dar a esta
tribu un escarmiento tal que les dejase sin ganas de seguir con la monserga
dominical. Sólo quedaron en su campamento los ancianos y los niños, además de
las mujeres de los guerreros.
No
contaron los SHYS con que una avanzadilla de HOTEGGS, famosos en todos aquellos
confines por las notables dosis de seducción que ejercían sobre las mujeres,
llegase a mediodía de ese funesto sábado a su campamento.
Para ser
breve, diré que hubo allí unos cuántos líos de faldas entre las SHYS casadas y
los atractivos HOTEGGS y que, al atardecer, dejaron unas cuantas caras risueñas
y cuerpos relajados en el campamento. Aunque no todo fueron alegrías: un
venerable anciano observó TODO lo que pasó allí, quedando escandalizado.
Al llegar
los guerreros, esa misma noche, de su victoriosa escaramuza contra los BADMILKS,
el anciano decidió inmediatamente darles a conocer la gran desgracia con suma
discreción: a todos y cada uno de ellos les entregó, sin articular
palabra, una lista en la que se encontraban los nombres de todas y cada una de
las “alegres” mujeres excepto, en cada caso y si fuera una de ellas, la del
receptor de la lista.
Los
guerreros SHYS entendieron el mensaje y uno de ellos, GRAND-BULL, recogió su
lista, que contenía cuatro nombres, y se sentó inmediatamente en la entrada de
su tienda cavilando sobre si había sido engañado o no.
Antes de
la medianoche del día de autos, ¡GRAND-BULL DEDUJO CÓMO Y CUÁNDO SABRÍA SI
SU MUJER LE HABÍA ENGAÑADO O NO Y, ADEMÁS, DETERMINÓ EL DÍA EN QUE, EN CASO DE
SER UNA MUJER INFIEL, TENDRÍA QUE MATARLA!
Postdata: Así me
contaron la historia y así os la transmito. Le he dado vueltas durante mucho
tiempo y me he rendido: no sé cómo, aun siendo tan inteligente, pudo deducir
GRAND-BULL todo eso.