Clases con profesores explicando en la pizarra, entregando guías de papel y estudiantes sin hacer preguntas. Esa es la concepción tradicional de una clase de matemáticas y es la que pretenden cambiar a lo largo de Chile más de 600 profesores con la aplicación de un nuevo método de enseñanza de la materia, importado desde Japón.
Los excelentes resultados en las pruebas estandarizadas internacionales del país oriental han hecho que naciones con peores resultados, como Chile e incluso Estados Unidos, acudan a él para que les brinde su asesoramiento. En el caso de Chile, fue la Universidad Católica de Valparaíso, con el apoyo del Mineduc, la que fue en busca de la fórmula y también la que ha capacitado a los maestros para que puedan llevarla a las aulas.
CLASES PREDECIBLES, según concluyó un estudio de Roberto Araya, del Programa de Investigación en Educación de la U. de Chile, las clases de matemática son uniformes, predecibles y no ayudan a desarrollar la curiosidad por los números. A ello se agrega que no fomentan el razonamiento, como concluye en un estudio similar otra investigadora del mismo plantel, Leonor Varas.
Además, según los expertos, los estudiantes chilenos están acostumbrados a resolver grandes cantidades de ejercicios, pero cuando tienen que aplicar las mismas lógicas matemáticas en la vida diaria, pierden la brújula, es decir, aprenden sólo a través de la repetición.
Son estas deficiencias las que se quiere suplir con el sistema matemático nipón. Aunque la idea no es aplicarlo exactamente igual como funciona en Oriente, sino que se adaptarán sus mejores y más exitosas metodologías.
En el país oriental, muy por el contrario, los estudiantes participan y no aprenden a través de la repetición, sino a partir de la resolución de problemas cotidianos. Por ejemplo, una clase típica japonesa comienza con la revisión de la sesión anterior y sigue con la presentación de los problemas del día; luego viene un trabajo individual y posteriormente se discuten los métodos de resolución encontrados. A lo largo de la sesión, el profesor realiza preguntas clave para atraer el pensamiento del alumno.
"Los japoneses desarrollan habilidades relacionadas con destrezas de pensamiento. Cada uno busca soluciones a un mismo problema, potenciando la autonomía", dice Soledad Montoya, académica que ha participado del proyecto en la Universidad Católica de Valparaíso.
Son ya 39 comunas, desde Arica hasta Futaleufú, las que están realizando talleres sectoriales, que se traducen en más de 676 profesores que comenzaron este año, de forma paulatina, a implementar el sistema. A través de sesiones de perfeccionamiento en Valparaíso, los profesores han aprendido cómo el sistema japonés puede implementarse en nuestro país.
Los excelentes resultados en las pruebas estandarizadas internacionales del país oriental han hecho que naciones con peores resultados, como Chile e incluso Estados Unidos, acudan a él para que les brinde su asesoramiento. En el caso de Chile, fue la Universidad Católica de Valparaíso, con el apoyo del Mineduc, la que fue en busca de la fórmula y también la que ha capacitado a los maestros para que puedan llevarla a las aulas.
CLASES PREDECIBLES, según concluyó un estudio de Roberto Araya, del Programa de Investigación en Educación de la U. de Chile, las clases de matemática son uniformes, predecibles y no ayudan a desarrollar la curiosidad por los números. A ello se agrega que no fomentan el razonamiento, como concluye en un estudio similar otra investigadora del mismo plantel, Leonor Varas.
Además, según los expertos, los estudiantes chilenos están acostumbrados a resolver grandes cantidades de ejercicios, pero cuando tienen que aplicar las mismas lógicas matemáticas en la vida diaria, pierden la brújula, es decir, aprenden sólo a través de la repetición.
Son estas deficiencias las que se quiere suplir con el sistema matemático nipón. Aunque la idea no es aplicarlo exactamente igual como funciona en Oriente, sino que se adaptarán sus mejores y más exitosas metodologías.
En el país oriental, muy por el contrario, los estudiantes participan y no aprenden a través de la repetición, sino a partir de la resolución de problemas cotidianos. Por ejemplo, una clase típica japonesa comienza con la revisión de la sesión anterior y sigue con la presentación de los problemas del día; luego viene un trabajo individual y posteriormente se discuten los métodos de resolución encontrados. A lo largo de la sesión, el profesor realiza preguntas clave para atraer el pensamiento del alumno.
"Los japoneses desarrollan habilidades relacionadas con destrezas de pensamiento. Cada uno busca soluciones a un mismo problema, potenciando la autonomía", dice Soledad Montoya, académica que ha participado del proyecto en la Universidad Católica de Valparaíso.
Son ya 39 comunas, desde Arica hasta Futaleufú, las que están realizando talleres sectoriales, que se traducen en más de 676 profesores que comenzaron este año, de forma paulatina, a implementar el sistema. A través de sesiones de perfeccionamiento en Valparaíso, los profesores han aprendido cómo el sistema japonés puede implementarse en nuestro país.
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