No se concibe un partido sin que haya un referente numérico.
Al filósofo y matemático de la Antigua Grecia, Pitágoras (582-507 a.C.), le hubiese encantado el fútbol. La explicación es sencilla. Más allá de sus características lúdicas, praxémicos (comportamientos), normativas, festivas, y otros aspectos derivados de su complejidad como hecho cultural, existe una dimensión numérica fundamental en este deporte y, precisamente, para Pitágoras, los números eran el ‘arjé’ (el principio, el origen) de todas las cosas.
No hay duda de que los números envuelven el mundo del fútbol a tal punto que resulta imposible concebir un partido sin un referente numérico. Hay una cifra que limita el tiempo de duración del partido: 90. Otro restringe la cantidad de participantes: 11. No existe reglamentariamente y no puede participar en el juego quien no porta un número (el de la camiseta). El guarismo antes
que el nombre. El número cumple una función distributiva. El desempeño de los jugadores es medido cuantitativamente: del 1 al 10. El despliegue táctico, la distribución de los jugadores se traduce en un 5-3-2 o en 3-5-2 o en un 4-3-3 en este caso los números cumplen una función ordenadora. Al mismo tiempo, el fútbol ha ido configurando su propia numerología, una interpretación, un significado de los números utilizados dentro de la cancha, los cuales adquieren una dimensión simbólica. Entonces, la cifra no será solo cantidad, sino calidad. No solo un efecto de sentido cuantitativo, sino un afecto de sentido, como sucede con el número 10, asociado a la creatividad, la genialidad, y, en algunos casos, antropomorfizado en el imaginario de ciertos países para ser objetos de veneración: el 10 (Maradona) en Argentina y en el caso de Brasil (Pelé). El número también se convierte en un referente proxémico, de cómo se distribuyen en el campo de juego: el 1 en el arco, el 9 en el área rival, etc. El futbolista tiene un valor numérico traducido en dólares o euros.No hay dudas, a Pitágoras le hubiese encantado el fútbol.
Marco Méndez, Deporte Total, El Comercio
10 de Abril del 2 011
http://elcomercio.pe/impresa/edicion/2011-04-10/ecdt100411g10/02
No hay duda de que los números envuelven el mundo del fútbol a tal punto que resulta imposible concebir un partido sin un referente numérico. Hay una cifra que limita el tiempo de duración del partido: 90. Otro restringe la cantidad de participantes: 11. No existe reglamentariamente y no puede participar en el juego quien no porta un número (el de la camiseta). El guarismo antes
que el nombre. El número cumple una función distributiva. El desempeño de los jugadores es medido cuantitativamente: del 1 al 10. El despliegue táctico, la distribución de los jugadores se traduce en un 5-3-2 o en 3-5-2 o en un 4-3-3 en este caso los números cumplen una función ordenadora. Al mismo tiempo, el fútbol ha ido configurando su propia numerología, una interpretación, un significado de los números utilizados dentro de la cancha, los cuales adquieren una dimensión simbólica. Entonces, la cifra no será solo cantidad, sino calidad. No solo un efecto de sentido cuantitativo, sino un afecto de sentido, como sucede con el número 10, asociado a la creatividad, la genialidad, y, en algunos casos, antropomorfizado en el imaginario de ciertos países para ser objetos de veneración: el 10 (Maradona) en Argentina y en el caso de Brasil (Pelé). El número también se convierte en un referente proxémico, de cómo se distribuyen en el campo de juego: el 1 en el arco, el 9 en el área rival, etc. El futbolista tiene un valor numérico traducido en dólares o euros.No hay dudas, a Pitágoras le hubiese encantado el fútbol.
Marco Méndez, Deporte Total, El Comercio
10 de Abril del 2 011
http://elcomercio.pe/impresa/edicion/2011-04-10/ecdt100411g10/02
2 comentarios:
Me encantó la reflexión. Sobre todo porque yo estoy escribiendo y publicando libros de fútbol, pero con ideas originales. Y la tuya lo es. Te animo a que continúes haciendo reflexiones productivas.
esta muy bonito
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